Desde que en 1909 Lucien Briet sugiriera la creación de un parque nacional en Ordesa, tuvieron que pasar nueve años, concretamente hasta el 16 de agosto de 1918, para hacer realidad este sueño.

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, situado en pleno Pirineo Aragonés, tiene una superficie de 15.608 hectáreas, desde la reclasificación de 1982. Además del valle de Ordesa, comprende el cañón de Añisclo, las gargantas de Escuaín y el macizo de Monte Perdido, que sólo se ve superado en toda la cordillera por las cumbres de los macizos de Maladeta-Aneto y de Posets. Cuenta además, con un área periférica de protección de 19.000 hectáreas.

Todo el ámbito del parque constituye un privilegiado observatorio de la estructura geológica de los Pirineos; los profundos valles y gargantas dejan al descubierto los diversos mantos estratigráficos que permiten obtener información de primera magnitud acerca de la superposición de las diferentes unidades geológicas.

El Parque Nacional de Ordesa presenta un relieve contrastado con altitudes que oscilan desde los 700 m. del fondo del cañón de Añisclo, hasta los 3.355 m. del Monte Perdido; acusados desniveles; orientación diversa de sus valles; Ordesa, W; cañón de Añisclo, S; Gargantas de Escuaín, SE; lo que contribuye a crear una gran variedad de condiciones naturales que favorecen el desarrollo de especies, tanto del dominio mediterráneo, como son las formaciones de carrascal con boj (800-1.200 m.); como especies propias del dominio eurosiberiano (1.200-1.700 m.), hasta los bosques de pino negro (1.600-1.700 a 2.300 m.); y finalmente, formaciones propias de latitudes muy septentrionales y que aquí se desarrollan por encima de los 2.100-2.300 m., con predominio de los prados alpinos y sauces enanos.

El parque no comprende ningún núcleo habitado, aunque históricamente había contado con importantes rebaños, mayoritariamente de ovejas, que pastaban en los extensos llanos de las partes altas, durante los meses de verano, procedentes principalmente de los valles de Vió - con Fanlo a la cabeza - y Broto. Hoy, estos rebaños se han reducido, y además, poblaciones que antaño fueron prósperas, como Fanlo, actualmente están casi despobladas (15 habitantes), debido a la fuerte emigración sufrida desde los años 50, hacia las zonas industriales. Los pueblos del valle de Broto van abriéndose paso a las actividades relacionadas con el turismo, aunque por debajo de otras áreas pirenaicas más orientales o de la vertiente francesa, donde esta faceta está más desarrollada.